Los sindicatos se enzarzan en una lucha de poder con el Gobierno de Meloni
Una huelga general en Italia se convierte en una lucha de poder entre los sindicatos y el Gobierno nacionalista de derechas. Para no salir perdiendo, los sindicatos recurren al Primer Ministro Meloni. Pero alguien más está en el centro de la disputa.
"¡Adesso basta!" es el lema de la huelga general que hoy ha llenado de gente y banderas rojas y azules la Piazza del Popolo de Roma. La huelga ha sido convocada por los sindicatos CGIL y UIL. En un principio, la huelga era una protesta contra la ley de presupuestos para 2024 y una serie de promesas del gobierno de la Primera Ministra Giorgia Meloni que, según los sindicatos, no se han cumplido. Entretanto, la huelga se ha convertido en un duro y fundamental enfrentamiento.
La huelga general, programada para ocho horas, afecta al sector público: desde el transporte local y de larga distancia hasta las escuelas, los hospitales, los servicios de bomberos y la recogida de basuras. Los sindicatos exigen salarios y pensiones más altos, la renovación de los convenios colectivos, la abolición de la discriminación de la mujer en el mercado laboral, una política general para las generaciones más jóvenes y seguridad en el empleo.
Salvini quería robarle el protagonismo a Meloni
La escalada de la huelga se debe sobre todo al líder de la Lega, Matteo Salvini, uno de los socios menores de la coalición de derechas de Meloni. Salvini es Viceprimer Ministro y Ministro de Transportes e Infraestructuras. Para robarle el protagonismo al Primer Ministro, al menos durante unos días, está convirtiendo la huelga general en un gran enfrentamiento con los sindicatos.
Salvini había exigido a los líderes de la CGIL y la UIL, Maurizio Landini y Pierpaolo Bombardieri, que limitaran las restricciones en los trenes y el transporte público a cuatro horas por la mañana. Ante la negativa de los sindicalistas, Salvini recurrió a la comisión parlamentaria, cuya misión es velar por que no se recorte el derecho legal de huelga. La comisión falló a favor de Salvini, argumentando que no se trataba de una auténtica huelga general, en parte porque se excluía al sector privado.
Sin embargo, cuando el sindicato insistió en las ocho horas también en el transporte local y de larga distancia, Salvini amenazó con obligar a los empleados a acudir al trabajo. Y se salió con la suya: Landini y Bombardieri anunciaron el miércoles que limitarían la huelga en los dos ámbitos a cuatro horas.
Desde el punto de vista de los sindicatos, el derecho de huelga está en peligro
Si los sindicatos hubieran desafiado al ministro, no sólo se habrían enfrentado a una multa de hasta 100.000 euros, sino que cualquier trabajador insumiso habría sido multado con hasta 1.000 euros. "Nos habríamos arriesgado", dice Landini, "pero no queríamos que los trabajadores pagaran por un derecho que les correspondía".
Los sindicatos dudan especialmente de las razones de Salvini para amenazar con imponer la obligación de trabajar, una medida que normalmente sólo se utiliza en casos de emergencia o cuando lo exige la seguridad pública. Bombardieri enumeró algunas de las justificaciones escritas del ministerio: "El turismo en nuestro país, el tráfico cada vez mayor en las carreteras y, al tratarse de dos de los sindicatos más importantes, el probable alto nivel de participación."
Landini describió las acciones de Salvini como un ataque a la Constitución italiana, en la que está consagrado el derecho de huelga. Bombardieri, por su parte, se refirió a una evolución que se viene observando desde hace tiempo: los miembros del actual Gobierno adoptan a menudo un tono bastante duro en los conflictos públicos.
"¡No tenemos miedo!"
También en este caso, Salvini suele estar en primera línea. Aludiendo a que la huelga está prevista para un viernes, dijo que los huelguistas "quieren organizar un fin de semana largo". También acusó a Landini y Bombardieri de hacer política bajo la apariencia del movimiento obrero.
Mientras Landini pedía a Meloni desde el escenario que defendiera el derecho a la huelga y escuchara a los trabajadores, Bombardieri respondía a Salvini: "No estamos en deuda con ningún partido. Y sí, hacemos política, concretamente política sindical".
Uno de los lemas dirigidos hoy al Gobierno era: "¡No tenemos miedo!". Sin embargo, a los sindicatos les preocupa que este Gobierno siga intentando recortar el derecho de huelga en el futuro. Salvini ha demostrado que esto es posible.
Fuente: www.ntv.de