Europa no debe seguir llenando las arcas de Putin
Los Estados de la UE siguen importando gas natural ruso en forma de GNL y ayudan a transportarlo a otras regiones del mundo. Alemania también participa. El comercio de gas natural licuado, en el que las empresas europeas obtienen beneficios, podría incluso aumentar. Es urgente poner fin a esta situación.
Desde la invasión rusa, Ucrania lucha por la supervivencia de su Estado, su nación y su cultura. La UE y Estados Unidos están firmemente del lado de Ucrania y apoyan al país económicamente, con ayuda humanitaria y amplias entregas de armas. Al mismo tiempo, la UE, sobre todo Alemania, inició un proceso de aprendizaje tardío pero tanto más rápido. Hemos aprendido por las malas: Si Europa se hace depender unilateralmente de sistemas autocráticos, ponemos en peligro nuestra propia seguridad.
En una enorme proeza, el gobierno alemán corrigió las decisiones equivocadas de décadas pasadas e independizó a Alemania del gas natural ruso en muy poco tiempo. Aunque hace más de un año que no circula gas natural por los gasoductos Nord Stream, Rusia sigue suministrando gas natural a Europa, en forma de gas licuado por barco. Rusia ya aumentó sus exportaciones de GNL a Europa en un 30% el año pasado. Para 2030, Rusia tiene previsto triplicar sus entregas de gas natural licuado hasta 100 millones de toneladas anuales.
Para lograrlo, Rusia está ampliando masivamente sus infraestructuras en el Ártico. Con la ayuda del antiguo grupo Dax, Linde, y la empresa francesa Technip, el proyecto Arctic LNG 2 se construyó en 2022, incluso después de que las tropas rusas invadieran Ucrania. El apoyo técnico de las dos empresas europeas permitió poner en funcionamiento el primero de los tres bloques de terminales rusas de exportación de GNL en julio de 2023, poco antes de que entraran en vigor las sanciones occidentales. El propio Putin estuvo presente en la ceremonia de puesta en servicio. En octubre, el presidente ruso dio luz verde a la construcción de otra gran terminal de GNL en Murmansk.
El negocio ruso del gas natural licuado está gestionado en gran parte por Novatek, un grupo propiedad de los oligarcas Leonid Viktorovich Mikhelson y Gennady Nikolayevich Timchenko, estrechamente vinculados a Putin. Novatek controla el 50,1% de la terminal rusa de GNL de Yamal y se está expandiendo aún más con la construcción de la terminal de la península de Gydan, en Siberia occidental. La empresa, que actualmente prepara su expansión a los mercados mundiales, está incluso directamente implicada en la guerra de agresión rusa. Hay informes de que el personal de seguridad de la empresa forma su propio grupo de mercenarios.
Flujos de gas ruso a Alemania
Esto hace aún más preocupante que, a pesar de la promesa de la UE de poner fin a su dependencia de los combustibles fósiles rusos, algunos países, entre ellos Bélgica, Francia y España, hayan aumentado considerablemente sus importaciones de GNL ruso. Parte del gas ruso también llega a Alemania a través de Bélgica. Pero Europa no sólo importa GNL ruso, sino que también ayuda a revender gas natural licuado ruso en países no pertenecientes a la UE. Una parte importante se transborda en puertos europeos y se envía a países como India y China. En 2022, el operador belga de redes de gas Fluxys gestionó el 72% de todos los transbordos de GNL ruso en la UE, cuyo destino principal eran países no comunitarios.
El hecho de que la República Federal de Alemania participe en el comercio de gas natural licuado ruso con la ayuda del buque metanero "Amur River" es totalmente inaceptable. El "Amur River" pertenece a la empresa SEFE, nacionalizada el año pasado como parte de Gazprom Germania. El buque sigue transportando gas ruso por todo el mundo sobre la base de antiguos contratos. Hay que poner fin a esta práctica lo antes posible. Cualquiera que siga descartando los acuerdos de gas con Rusia en 2023 como un asunto comercial privado es un peligroso negador de la realidad.
El Parlamento Europeo pide prohibir las importaciones
El comercio de GNL ruso va en contra de nuestros propios intereses de seguridad. Las exportaciones de gas ruso llenan el presupuesto estatal ruso, un tercio del cual va a parar al ejército y, por tanto, directamente a la guerra de agresión. Hay que decirlo así de claro: Cualquiera que importe y comercie con gas licuado ruso está apoyando las acciones criminales de Putin en Ucrania. En Europa debemos darnos cuenta de ello: El presidente ruso no ha renunciado a sus objetivos bélicos. Cuenta con aguantar la respiración. Si queremos la paz en Europa, es crucial cortar el suministro de dinero de Putin.
Ya es hora de que la Comisión Europea y los Gobiernos de los Estados miembros tomen medidas concretas para hacer realidad el objetivo común de detener todas las importaciones de combustibles fósiles rusos. La reciente resolución del Parlamento Europeo (PE) a favor de una prohibición de las importaciones, aunque no es jurídicamente vinculante, es una señal importante. El PE ha dejado claro que el anuncio de la Comisaria de Energía, Kadri Simson, en septiembre, de que autorizaría a los Estados miembros a prohibir el GNL ruso individualmente no es suficiente. Debemos sancionar conjuntamente el GNL ruso; ni una sola gota de gas natural licuado ruso podrá descargarse o transbordarse en los puertos europeos. Cuando se trata de nuestra seguridad colectiva, en Europa también debemos tomar estas medidas conjuntamente. Las últimas sanciones estadounidenses contra la infraestructura rusa de GNL señalan el camino a seguir.
Podemos prescindir
En Europa no dependemos del GNL ruso. La demanda de gas ha alcanzado un mínimo histórico este año y nuestras instalaciones de almacenamiento de gas están casi totalmente utilizadas, con un nivel de llenado del 99%. Estamos en condiciones de diversificar nuestras fuentes de energía y podemos reducir aún más nuestra dependencia del gas natural acelerando el uso de bombas de calor y llevando a cabo modernizaciones energéticamente eficientes. En lugar de seguir llenando el cofre de guerra de Putin, las energías renovables en Europa deben expandirse aún más rápido.
Todo esto no es sólo por nuestra propia seguridad. También protege el clima. Porque si queremos cumplir los objetivos climáticos de París y salvar nuestros recursos naturales, tenemos que asegurarnos de que el gas ruso se queda bajo tierra.
Fuente: www.ntv.de