Donde hay voluntad, hay 60.000 millones
La congelación del presupuesto puede ser una señal que agrade al ministro de Hacienda. Pero no conjurará los miles de millones que faltan tras la sentencia de Karlsruhe. Para lograrlo, los partidos de la coalición deben saltar ahora por encima de sus sombras.
60.000 millones parece una cantidad enorme, y lo es. En euros. Pero como problema político, como prueba potencial de una coalición complicada, los 60.000 millones de euros deben medirse en otros términos. Y entonces ya no parece tan terriblemente catastrófico y cercano a la quiebra como los partidos gobernantes y la oposición -cada uno por sus razones particulares y útiles- quieren pintarlo.
Con su sentencia sobre el llamado Fondo para el Clima y la Transformación (KTF), el Tribunal Constitucional Federal ha anulado la posibilidad de endeudarse en 60.000 millones de euros en cuatro años (de 2024 a 2027). Ni más ni menos. Esto significa que falta menos de un tercio del volumen total previsto de 212.000 millones de euros en el KTF. Los 60.000 millones también se reparten en cuatro años, y los plazos anuales son probablemente algo mayores al principio que hacia el final. En otras palabras, el Tribunal Constitucional ha eliminado de facto entre 15.000 y 20.000 millones de euros de financiación potencial de préstamos de los planes de gasto del Gobierno federal para este año. Es decir, entre el tres y el cuatro por ciento del volumen total del presupuesto federal.
¿Y eso no es factible? ¿En serio?
El hecho de que el Ministro de Hacienda haya impuesto la primera congelación del presupuesto federal desde 1979 es un momento de comportamiento pseudo-masculino. Probablemente pretende ser un mensaje para los demás ministros: Schmalhans manda ahora. Los nuevos planes de gasto sólo pasan por mi mesa.
Pero los 15.000 o 20.000 millones de euros no pueden conseguirse así. Ahora veremos de qué están hechos Scholz, Lindner y Habeck. Si cada uno de los tres señores estuviera dispuesto a dejar que su propio partido saltara por encima de su propia sombra por una vez, sin duda sería factible. El SPD está dispuesto a hacer algunas concesiones al subsidio de pensiones de nada menos que 112.000 millones de euros. Esto podría afectar, por ejemplo, a la "pensión a los 63 años", que todo el mundo reconoce como disparatada. Los Verdes están dispuestos a aceptar que los proyectos menos eficaces de protección del clima se retrasen y esperen un poco. Esto podría afectar, por ejemplo, a algunas particularidades del aislamiento de las casas o a las subvenciones a la energía solar. Y el FDP acepta que ciertas ventajas fiscales, que son exenciones de impuestos estatales, se eliminen progresivamente. Esto podría afectar a las ventajas fiscales para los coches de empresa o el combustible de aviación.
Eso sería sin duda justo entre las generaciones: es la generación más joven la que tendrá que pagar las deudas contraídas por la generación mayor en el presente. Hasta cierto punto, eso está bien. Pero el gobierno alemán quiso ir más allá de este marco y, afortunadamente, se lo prohibieron. Eso no significa que Alemania esté en bancarrota. Los gobiernos federal y estatales sólo tienen que volver a un estado normal de gestión del presupuesto público. Esto no significa expresamente que el Estado deba gestionar sin ningún tipo de deuda o que no deba recurrir al endeudamiento masivo en auténticas emergencias. Sin embargo, la sentencia del Tribunal Constitucional garantiza que la deuda ya no sea tan fácil de conseguir como cemento de ésta y de todas las coaliciones futuras. "Hay una feria en el cielo" y la generación más joven paga la factura - eso solía ser así.
Fuente: www.ntv.de
