La mujer que baila con la muerte
El nuevo thriller de espionaje de Andreas Pflüger comienza con una gran explosión. En el puente de Glienicke, a principios de 1983, todo está preparado para "el mayor espectáculo de la Guerra Fría". El oficial de alto rango del KGB Rem Kukura va a ser canjeado por el hijo de un miembro del Politburó condenado a la inyección letal por asesinato en Estados Unidos. Nina Winter se encuentra junto a los dos hombres en la línea que separa Alemania Occidental de Alemania Oriental, en medio del llamado "Puente de los Agentes". Es la única que puede identificar a Kukura. Pero el intercambio sale dramáticamente mal: el puente salta por los aires.
"Nina tenía un silbido en el oído que la volvía loca. El puente estaba patas arriba. Su acero se fundía con el asfalto y la nieve para formar un cuadro tridimensional de Baselitz. Ya no había arriba ni abajo, ni cerca ni lejos. Así debe ser en el espacio, ingrávido. Entonces, la gravedad de la Tierra lo estrelló contra el suelo. De repente pesaba toneladas. Humo espeso por todas partes. El sabor de la sangre".
Nina, licenciada en estudios eslavos y corredora de 10.000 metros, tenía en realidad un trabajo de oficina como analista en el BND. Tras el comienzo lleno de acción, Pflüger salta atrás en el tiempo para contar cómo se convirtió en la mujer que tuvo que interpretar un "tango descalza en una pista de baile llena de golpes venenosos". Cuatro años antes, Nina es la tercera persona a la que se le desvela uno de los secretos mejor guardados del BND. En Moscú existe desde hace tiempo una "Estrella Rosa", el espía de alto nivel más exitoso que ha tenido Pullach: Rem Kukura, nombre en clave "Pilger". Ahora su oficial de enlace ha desaparecido de forma inexplicable y Kukura tiene una condición para seguir cooperando: Nina debe guiarle a partir de ahora.
Apenas hay tiempo para prepararse para la peligrosísima misión. Nina recibe un curso intensivo de técnicas de los servicios secretos, aprende a crear buzones de cartas muertas y a deshacerse de su cola con "rutas de sacudidas" y "limpieza de esclusas" en un juego del gato y el ratón que dura una hora. Y tiene que deshacerse de su mirada abierta, que la reconoce como occidental. "¿No te has dado cuenta de que los rusos miran fijamente al espacio cuando están fuera?", le pregunta su instructor. "Así son las cosas en la madre Rusia, si no perteneces al KGB o a la milicia, no eres un alto miembro del partido, no eres un general y no eres el pingüino ciervo de Brézhnev".
"Alguien como tú impacienta a la muerte"
Una vez en Moscú, Nina Winter se convierte en algo más que Anja Gabriel. Para sobrevivir, tiene que ser creativa, astuta -en los dos sentidos de la palabra- y audaz, en resumen: una luchadora. Y sigue perfeccionando sus métodos. "Alguien como tú impacienta a la muerte", dice en un momento dado. Su propio lema: "Quien baila con la muerte debe saber dirigir".
Nina pronto se da cuenta de que un hombre aterrador la observa. Lo bautiza como "Polilla" y se convierte en su peor adversario. Por razones de spoiler, no revelaremos nada más en este punto. Quizás sólo esto: La explosión del puente no fue el clímax de la escalada de violencia. Y: desde las primeras páginas del libro, poco antes del intercambio previsto, queda claro que el BND no sabe todo lo que ocurrió en los últimos días de Nina en Moscú, pero otros servicios secretos sí.
"Wie sterben geht" garantiza un suspense sin aliento, es una auténtica recomendación para este otoño y una lectura obligada para todos los aficionados a los thrillers de espionaje. Tras "Operación Rubikon", su trilogía sobre la policía de élite ciega de la BKA Jenny Aaron y, más recientemente, "Ritchie Girl", Pflüger demuestra una vez más que se encuentra en una clase propia en el campo literario de los servicios secretos.
Angustiosamente actual
En cada una de las casi 450 páginas queda claro lo brillante narrador que es Pflüger, siempre con el sentido adecuado de la dramaturgia y el ritmo. Guía a sus lectores a través de la historia de forma casi cinematográfica, utilizando un lenguaje claro y conciso, sorprendiéndoles con imágenes lingüísticas frescas y sin descuidar el humor en los diálogos.
El autor inserta hábilmente sus argumentos ficticios en acontecimientos históricos: Se menciona la invasión soviética de Afganistán, Nina llega a la capital rusa en el momento del boicot a los Juegos Olímpicos de Moscú y el sucesor de Brézhnev, Yuri Andropov, con el que un jefe del KGB toma oficialmente el timón, hace varias apariciones.
Aunque Pflüger sitúa su novela en plena Guerra Fría, gran parte de ella parece de una actualidad opresiva. En un epílogo del libro, que empezó antes de la invasión rusa de Ucrania, él mismo señala: "Mientras lo escribía, deseaba que hubiera menos analogías entre la Rusia actual y la Unión Soviética de entonces".
Fuente: www.ntv.de