¿Y si Thomas Müller siempre tiene que jugar?
La selección alemana de fútbol sigue siendo un paciente y está lejos de haber terminado el camino hacia la plena recuperación de camino a la Eurocopa que se celebrará en casa el próximo verano. Al seleccionador Nagelsmann le falta algo elemental en sus jugadores.
El contraste no podría ser mayor: La noche de fiesta turca en Berlín, que primero tuvo lugar en las calles de la ciudad, luego en el Estadio Olímpico y más tarde de nuevo en las calles, fue ruidosa, fue emotiva. Nada en esta noche de sábado recordaba a los sombríos tiempos de la pandemia de coronavirus, cuando la vida estaba restringida y se jugaba al fútbol en privado. Ciertamente, este tiempo no contagió alegría, pero sí aportó reflexiones (más sobre esto más adelante) que resonaron hasta esta calurosa noche de noviembre.
El seleccionador nacional, Julian Nagelsmann, no estaba nada satisfecho aquella tarde. En su tercer partido en su nuevo cargo, el antiguo técnico del FC Bayern encajó su primera derrota. El duelo contra Turquía se saldó con una derrota por 2-3. No fue sólo un duelo deportivo, sino también emocional. Y los turcos no sólo ganaron en las gradas, donde estaban en inferioridad numérica, sino también sobre el terreno de juego. Aunque Alemania parecía tener el partido claramente bajo control a los 20 minutos, los visitantes primero lucharon por remontar y luego se jugaron el todo por el todo en algunos momentos.
"La táctica es secundaria, lo primero siempre es la emoción"
Nagelsmann lo vio. Vio cómo su equipo había sido sometido a una dura prueba por su poderoso rival. Vio cómo su equipo se dejaba superar con demasiada facilidad y encajaba dos grandes goles para poner el 2-1 en el marcador. Y dijo después: "La táctica es secundaria, lo primero es siempre la emoción. Si estás al cien por cien, puedes estar mucho peor tácticamente. Si las emociones no están ahí, entonces tienes que ser tácticamente brillante para ganar el partido". Es un juicio duro, y un alivio para él mismo. Al fin y al cabo, Nagelsmann había dado la gran sorpresa antes del saque inicial al colocar a Kai Havertz en el lateral izquierdo. Él mismo alabó por todo lo alto su idea, pero esta euforia era bastante exclusiva suya. A diferencia de la apreciación de que su equipo fue emocionalmente inferior aquella tarde.
Es probable que el "por qué" se convierta en un gran tema en los próximos días. Al fin y al cabo, el martes espera Austria, un rival que funciona a un nivel emocional similar al de los turcos, pero que es bastante más fuerte futbolísticamente. Así lo analizó Nagelsmann. El duelo vecinal no debería ser menos atmosférico que el "partido de ida" en Berlín. El modo en que el seleccionador nacional quiera despertar a su equipo será uno de los grandes temas en Viena. Puede que baraje su plantilla.
Puede que haga regresar al equipo a Mats Hummels y Thomas Müller. Los dos ex campeones estuvieron sentados en el banquillo toda la tarde en el Estadio Olímpico, bien arropados. Deportivamente, otros futbolistas podrían haber aportado más al equipo, como el fornido Florian Wirtz, cuya seguridad con el balón y visión de juego habían llevado la batuta del juego alemán. O Jonathan Tah, que se había desarrollado notablemente en el Bayer Leverkusen. Y, sin embargo, hay algo que Hummels y Müller pueden dar al equipo más que todos los demás futbolistas que Nagelsmann ha nombrado: Emoción.
Nadie transmite como "Radio Müller".
Esa fue una gran constatación de los partidos fantasma. El silencio en los estadios dio al mundo la impresión de que "Radio Müller" emite como nadie. En todo momento, el muniqués impulsa a sus colegas, organiza el pressing y es el entrenador sobre el terreno de juego. En el silencio de los hombres, un problema con el que ya tuvo que lidiar Joachim Löw (se puede adivinar desde cuándo atormenta al equipo de la DFB) y para el que aún no se ha encontrado una solución sostenible. Ni por parte del profesor Hansi Flick, que perdió completamente la noción de la situación en su salvaje frenesí de experimentos. Y tampoco por Nagelsmann, aunque su trabajo deba valorarse de forma mucho más moderada. Al fin y al cabo, las primeras apariciones en Estados Unidos en octubre habían hecho albergar esperanzas de que las cosas estaban mejorando claramente, de que la Eurocopa del año que viene en casa sería, después de todo, un cuento de hadas veraniego.
La situación de Müller es especialmente llamativa. Cada vez que el gran momento del jugador de 34 años parece agotarse, alguien redescubre las extraordinarias cualidades del coleccionista de títulos bávaro. Puede que el viejo mantra de Louis van Gaal "Müller siempre juega" ya no se aplique sin reservas, pero "no puedes hacerlo sin Müller" parece seguir siendo cierto. Para el seleccionador nacional, se trata de una confrontación con el pasado. Incluso en el FC Bayern, Müller no siempre fue la primera opción bajo las órdenes de Nagelsmann. Pero no pudo superarle. Thomas Tuchel se disputa actualmente el puesto de veterano en Múnich. Hasta ahora, el papel de valioso comodín le ha funcionado, pero el entrenador del campeón récord también ha insinuado que no será más fácil pronunciarse sobre la suplencia de Müller a largo plazo. Sin embargo, mientras los resultados acompañen, tiene los argumentos más sólidos a su favor.
Por supuesto, esto también es aplicable a Nagelsmann, que necesita buenos resultados tanto como su sucesor en el campeón histórico. El único problema es que, a diferencia de un entrenador de club, un seleccionador nacional tiene pocas posibilidades de levantar el ánimo tras los reveses. Los malos partidos resuenan durante mucho tiempo, permitiendo que los debates crezcan ad infinitum. El FC Bayern, por ejemplo, respondió a la derrota copera ante el club de tercera división 1. FC Saarbrücken con una furiosa y contundente victoria en el campo del Borussia Dortmund. A Alemania le espera ahora Austria y después un largo periodo en el que sólo será protagonista de los debates, incapaz de actuar.
"Estoy lejos de verlo todo negativo"
Pero ahora ha llegado la bofetada de Berlín. El equipo de la DFB no está ni mucho menos fuera de peligro. "Nos volvimos demasiado letárgicos. No era la presión que queríamos generar contra el balón. No fuimos lo suficientemente agresivos. Simplemente fuimos demasiado pasivos. Eso no puede ser", declaró el capitán İlkay Gündoğan, que jugó por primera vez contra el país natal de sus padres y fue abucheado ruidosamente por la afición turca. El jugador del FC Barcelona, nacido en Gelsenkirchen, se esforzó por mantener el control y la seguridad en el centro del campo. Pero tras algunos buenos movimientos al principio, tampoco fue un ancla de estabilidad. Y mucho menos un líder emocional. Tampoco es un líder emocional por naturaleza. Al contrario que su compañero Joshua Kimmich, que parece muy preocupado por sí mismo estas semanas y no tiene la influencia en el juego que solía tener.
"No queremos analizar el partido hasta la muerte. Ahora no vamos a dejar que nos deprima, nuestro trabajo es seguir adelante", declaró Thomas Müller. Con ello, el veterano técnico tocó la fibra sensible del notablemente irritado seleccionador nacional. "Ahora podemos volver a pintarlo todo de negro y verlo todo de mala manera. Podemos hacerlo, pero eso no nos llevará a ninguna parte como nación futbolística", declaró Nagelsmann. "Estoy lejos de verlo todo de forma negativa", afirmó.
Fuente: www.ntv.de