La luz en todo su esplendor
Es así: Si estás en una habitación casi a oscuras y hay un cuadro de Edite Grinberga colgado en la pared, basta una chispita de luz para iluminar toda la habitación. Tienes que verlo con tus propios ojos, pero esa es la verdad.
Creció en el arte: Edite Grinberga pasó su infancia y juventud en Riga en un instituto de arte y completó un riguroso curso académico basado en el realismo. "Por aquel entonces, mi 'protesta' contra lo habitual, lo conformista, consistía en experimentar con objetos e instalaciones", cuenta entre risas a ntv.de en Berlín. "Tuve éxito y el Museo Estatal me compró muy joven. Pero un día pensé: '¿Qué tonterías estás haciendo?' Era como un juego, ya no podía tomarme en serio". Fue entonces cuando el joven Edite decidió: "Voy a hacer algo serio, lo más difícil que hay: La pintura realista". Y ahora estamos aquí, mirando sus cuadros inundados de luz, y nos alegramos de que tomara la decisión que tomó.
Su pintura no fue tan brillante desde el principio: "Antes pinté de otra manera durante mucho tiempo, pero luego hubo una gran ruptura en mi vida". La "ruptura" ocurrió hace 26 años: nació su hijo, "y entonces salió el sol", dice riendo y radiante. Este sentimiento de felicidad abrumadora, la sensación de estar en otra dimensión, debe poder representarse de algún modo, pensó. "Por supuesto, la luz es el mejor símbolo".
Atracción mágica
La luz significa amor, Dios, realización, poder ver, alegría. "Me fui haciendo a la idea, al principio era torpe, sólo viajaba en pequeño formato, pero luego fue creciendo". Y "eso" sigue creciendo: algunas de sus fotos ocupan paredes enteras. Pero incluso los formatos más pequeños tienen ese resplandor que hace que el espectador se sienta mágicamente atraído por ellos.
La luz hace mucho a las personas, y la luz de Grinberga lo hace de todos modos: los cuadros irradian calma. Aunque representan cierta soledad, no es algo malo, porque es una soledad en la que puedes volver a ti mismo, reflexionar y encontrar redención. "De hecho, he visto lágrimas cuatro veces cuando la gente ha mirado mis fotos. Debería guardarlas en una botella de cristal. Pero bromas aparte, eso me conmovió de verdad".
Casi ninguna exposición evoca tantas emociones como la de Grinberga, dice su galerista. La gente acude a las salas porque quiere desconectar, porque quiere perderse en las imágenes, porque quiere pasearse por ellas con el pensamiento. Porque los matrimonios NO discuten. Una grinberga brilla desde lejos, brilla en el corazón.
Cómo se refracta la luz
¿Hay algo que se pueda mejorar? Edite Grinberga lo insinuó en una conversación, aunque apenas parezca posible: "Siempre estoy buscando una mejor comprensión del espectro", dice la artista delante de uno de sus cuadros. "Los momentos más interesantes se revelan en el semitono de la luz. También se llama borde de sombra: ahí es donde la luz se refracta, se produce un efecto prismático, ahí es donde la luz muestra de repente su color". Me quito el sombrero, eso es verdadera pintura cuando alguien sabe cómo se refracta la luz entre la luz y la sombra, qué colores aparecen ahí. Es difícil de entender, porque eso no se ve en la naturaleza". Grinberga quiere seguir trabajando en ello, quiere dominar aún mejor esta técnica.
¿Y pintar algo completamente diferente? "¿Sinceramente? Otros colores, especialmente los oscuros, no son lo mío en absoluto", ríe. Al contrario, prefiere perfeccionar su técnica, ser aún más clara, transparente y minimalista. "Quiero disolverme completamente en la luz, no entrar nunca en la oscuridad", subraya esta mujer de 58 años. "Hay varias formas de tratar la realidad en el arte, y todas tienen ciertos efectos psicológicos en nosotros. Puedes meter el dedo en la llaga, puedes remover las cosas, señalar cosas malas y terribles y agravios. Eso no me gusta. Luego puedes abordarlo con humor -desgraciadamente yo no lo tengo, mis cuadros van en serio (risas) -, y entonces como artista también puedes ofrecer una vía de escape, una redención".
¿Sin dormir?
Estas fotos te hacen bien, ¡eso seguro! Sobre todo en los días oscuros: irradian en el alma, la mente, la psique. Mucha gente cuelga un cuadro de Edite Grinberga frente a su cama porque éste es el lugar más infravalorado, pero a la vez más importante de la casa: buscas paz, necesitas paz, y con un Grinberga en la pared puedes dar por hecho que obtendrás paz.
¿Qué hace cuando no recibe suficiente luz? "Entonces me pinto luz. Tiene un efecto psicológico, meditativo, liberador en mí, soy adicto a ello. Si no pinto durante cinco días, me pongo muy inquieta". Una vez tuvo un estudio en Berlín, en Mariannenplatz, que tenía unas incidencias de luz maravillosas: viejas ventanas de casete donde se podían observar los efectos espectrales: "Estaba al acecho, como un cazador. A veces no me atrevía a respirar, no emitía ningún sonido para que este momento, esta luz, no se desvaneciera".
¿Dónde está el ser humano?
Grinberga quiere transmitir un sentimiento. "Para mí, no hay otra forma de describirlo que a través de una imagen; si no, me habría hecho escritora", dice riendo. Busca objetos o situaciones que se puedan representar y que transmitan mejor el sentimiento que está tratando en ese momento: un libro, una pieza de fruta, una tela. Y los objetos siempre están en una habitación inundada de luz.
¿No hay personas en los cuadros? "Sí", admite, "de alguna manera las hay: a la vuelta de la esquina, detrás de la puerta". Pero se trata de la ausencia de personas, del momento "antes" o "después". La persona sigue siendo un misterio: detrás de una puerta abierta, y la brisa es casi palpable.
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Fuente: www.ntv.de