La Capilla Sixtina del Vaticano se somete a una revisión anual
Es un proceso minucioso: hay que montar y desmontar andamios cada noche, pero no pueden apoyarse en las paredes para no dañar las pinturas.
"Comprobamos si hay desconchones en la capa pictórica", explica a la CNN Francesca Persegati, restauradora jefe de pinturas del Museo Vaticano. "También golpeamos el yeso para ver si está desprendido de la mampostería".
Sal y papel
Uno de los mayores problemas de la Capilla Sixtina es la humedad, según Persegati. Lo causa sobre todo el flujo de 25.000 visitantes al día.
"Nuestro cuerpo está hecho de agua, así que cuando visitamos la Capilla Sixtina, traemos humedad y calor, todo el mundo calienta el ambiente como una bombilla de 80 vatios", explica Persegati.
La humedad provoca condensación y se forma un velo de sal en los famosos frescos pintados en los siglos XV y XVI, que daña el color y el yeso sobre el que está pintado.
Para eliminar la capa de sal se requiere una laboriosa técnica con agua destilada y papel japonés fino.
"Tomamos agua destilada sin sal y con un pincel aplicamos una capa muy fina sobre la superficie", explica Persegati. "La sal es soluble, así que la envolvemos en el papel y, retirando el papel, retiramos la sal".
Sensores ocultos
Alrededor de la Capilla Sixtina hay instalados 30 sensores ocultos para medir la temperatura, la circulación del aire y el número de visitantes. En 2014 se instalaron purificadores de aire de alta tecnología.
La temperatura de la sala debe mantenerse entre 22 y 24 grados centígrados y la humedad entre el 55 y el 60 por ciento, según Vittoria Cimino, conservadora jefe de los Museos Vaticanos.
"Son marcadores muy precisos y tenemos que comprobar que el sistema los respeta, dijo Cimino. "Por ahora, estamos muy satisfechos".
Colores verdaderos
Hoy en día, la tecnología y la iluminación modernas no sólo permiten una mejor limpieza, sino que han revelado a los restauradores los verdaderos colores con los que pintó Miguel Ángel.
Tras una limpieza y restauración en la década de 1990, el mundo se sorprendió al descubrir que Miguel Ángel utilizaba en realidad vivos verdes, morados y rojos, porque durante siglos se dio por sentado que pintaba en tonos oscuros y apagados. Pero eso no era más que la acumulación de suciedad y mugre.
"Fue un regalo enorme ser la primera generación después de 500 años en tener el privilegio de ver los colores que utilizaba el maestro Miguel Ángel", afirma Cimino.
Testigos secretos
La próxima vez que visite la Capilla Sixtina, fíjese en las pequeñas marcas negras, cuadrados y triángulos que aparecen en algunos cuadros. Se llaman testigos, y se dejan deliberadamente como prueba para que los futuros restauradores se hagan una idea de lo oscuras que eran antes las pinturas.
Para asegurarse de que los colores siguen siendo vibrantes, un equipo de color mide los cambios de tono tomando fotografías de los frescos con una cámara de longitud de onda múltiple que luego analiza un ordenador.
"Podemos ver el color de cada píxel y compararlo a lo largo de los años", explica Fabio Morresi, responsable del análisis del color de los Museos Vaticanos.
"En seis meses volveremos a medir y veremos si ha cambiado algo. Es importante porque podemos detectar cualquier cambio incluso antes de que sea visible para el ojo humano".
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Fuente: edition.cnn.com