Gran afluencia de público a las fiestas sub-18 sin alcohol en Luneburgo
Poco antes de que empiece la fiesta sub-18, el equipo de organización del Salón Hansen tiene mucho que hacer: Sacar el alcohol de todas las neveras y poner limonada. Entonces, la fiesta puede empezar de verdad. Una vez al mes, se forma una larga cola en la Salzstraße 1 de Luneburgo y el personal de seguridad comprueba los documentos de identidad. La entrada cuesta tres euros, la bebida, un euro. Este viernes de noviembre, los primeros clubbers esperan pacientemente fuera desde las 16.00 horas para entrar a partir de las 19.30 horas.
"Después de la corona, había poco para los jóvenes", dice Ann-Christin Behrens, responsable cultural de juventud. Para ella es importante que los jóvenes tengan su propio sitio, sin adultos. Desde enero organiza los actos con un equipo de jóvenes. No conoce actos tan regulares en otras ciudades.
Su idea es también introducir a los voluntarios en la amplia organización de las celebraciones, cada una con un tema. Behrens está orgullosa de su entregado equipo. Y las fiestas cubren sus gastos. El año que viene, la mitad de las entradas para los eventos mensuales se venderán por Internet y la otra mitad en taquilla.
"El ambiente aquí es increíble", dice el DJ Cosiak, de 18 años, cuyo verdadero nombre es Jakob Gade. "Todo el mundo quiere ir a tope durante cuatro horas", dice este joven que ha terminado la escuela. Ha preparado 220 canciones para la noche, y también acepta peticiones. El lugar, que no es un club juvenil ni una sala privada, es importante. Salon Hansen organiza talleres, fiestas para adultos y conciertos desde 2006.
En cuatro horas habrán entrado en el club entre 200 y 300 jóvenes, muchos de los cuales proceden también de los alrededores. "Siempre está lleno", dice el director de operaciones, Hagen Wedding, responsable de la taquilla y encargado de las llaves.
"Todo va sobre ruedas, nos encanta venir", confirma Felix Beermann, del servicio de seguridad Secu Nord, que ya ha asistido cuatro veces. "Nos llevamos muy bien con los niños, nos hacen la vida fácil". La mayoría tienen un comportamiento muy respetuoso, subraya el guardia de seguridad. Todavía no se ha producido ningún incidente policial.
El baile dura hasta las 23.30, luego se acaba para que los jóvenes puedan volver a casa antes de medianoche. Para entonces, Chiara, de 13 años, que muestra orgullosa el formulario de consentimiento de su madre, ya está en casa. A ella y a su amiga las recogen a las 22.00. "El alcohol no es un problema para nosotros, no bebemos", subraya una joven de 15 años.
Fuente: www.dpa.com