El poético proyecto fotográfico en el que la alta costura se une a la danza
En su primer libro, "El arte del movimiento", los fotógrafos Deborah Ory y Ken Browar retrataron a estrellas como los directores del American Ballet Theatre Misty Copeland y Daniil Simkin, la bailarina del Boston Ballet Misa Kuranga y la del New York City Ballet Ashley Bouder.
Pero su último proyecto, titulado "El estilo del movimiento", añade un nuevo elemento: la alta costura.
A partir de archivos vintage y colecciones recientes, Ory y Browar fotografiaron a bailarinas como Jacqueline Green, de Alvin Ailey, y Lauren Lovette, del NYCB, vestidas por diseñadores como Valentino, Oscar de la Renta y J. Mendel.
En el libro no encontrarás poses estáticas de sesión de fotos de moda; en su lugar, las bailarinas saltan, giran y hacen arabescos, animando sus trajes con una nueva vida. "Los bailarines se relacionaban con la ropa de forma diferente", explica Browar en una entrevista telefónica. "Era casi como si trabajaran con una nueva pareja".
La danza y la moda, se apresura a señalar Ory, están lejos de ser una combinación inusual. Después de todo, conocidas casas de moda diseñan cada año el vestuario de la Gala de Otoño del Ballet de la Ciudad de Nueva York -este año, Zac Posen y Anna Sui vistieron a los bailarines-, mientras que el Fashion Institute of Technology organizó en 2014 una exposición con trajes de diseñadores como Rick Owens, Valentino, Rodarte y Stella McCartney.
Algunos trajes, entretanto, se han convertido en momentos de moda por derecho propio, como los de Martha Graham, que luce la Martha Graham Dance Company en "The Style of Movement".
Por muy familiar que resulte el binomio, la confluencia entre movimiento y diseño no deja de ser fascinante. "La moda se mueve en la bailarina de una forma que no se mueve en una modelo. Adquiere vida y forma propias", afirma Ory.
Ory, antigua bailarina antes de que una lesión la reorientara hacia la fotografía, y Browar, fotógrafa de moda, empezaron a fotografiar bailarinas mientras redecoraban las habitaciones de sus hijas.
Como ambas aspiran a ser bailarinas, esperaban encontrar fotos de sus bailarinas favoritas y, cuando no lo consiguieron, fotografiaron a las propias bailarinas, imágenes que acabaron convirtiéndose en el NYC Dance Project.
Tras entablar estrechas relaciones con la industria de la danza, la pareja se centró en su siguiente proyecto. "Al principio contratamos a un estilista de moda, con la esperanza de que nos pusiera en contacto con los diseñadores, pero enseguida nos dimos cuenta de que el estilista no entendía el movimiento", explica Browar.
En su lugar, eligieron las prendas que querían rodar ellos mismos, optando por una mezcla de contemporáneo y vintage.
"Buscábamos prendas que pensábamos que se moverían bien", explica Ory. "Me pasaba horas y horas mirando colecciones de archivo. Sabía exactamente qué piezas de qué colecciones quería".
"Empezábamos hablando con el bailarín sobre cómo se sentía cómodo vistiendo, cuál era su estilo", continuó. "Conocíamos muy bien a estas bailarinas y teníamos una idea muy clara de lo que les gustaría". De hecho, su estilismo era tan preciso que muchos de los participantes se llevaron sus trajes a casa: Daniil Simkin compró una chaqueta de Valentino que lució en una sesión, mientras que Lauren Lovette tomó prestado su vestido de Oscar de la Renta para una gala.
Una vez vestidos, los bailarines experimentaron con el movimiento y el equilibrio, y Ory y Browar alternaron los papeles de fotógrafo y director. Su objetivo -aunque difícil para la fotografía fija- era transmitir ese movimiento en las imágenes finales. "Comprendimos la amplitud del bailarín", afirma Browar. "No queremos congelar al bailarín, sólo capturar ese movimiento".
Aunque el público original de Ory y Browar -sus hijas- era devoto del ballet, su trabajo también se dirige a quienes nunca comprarán entradas para El Cascanueces.
"A la gente le encantan nuestras fotos, así que les decimos: "Deberías venir a un espectáculo de danza con nosotros", y nos contestan: 'Oh, no quiero sentarme a ver un espectáculo'", explica Ory. "A la gente le encanta ver la belleza, la gracia, el atletismo, la emoción y la libertad en las fotos".
¿Y los bailarines que hacen cola para ser fotografiados por el dúo?
"Es muy especial para ellos tener este tipo de documento en la cima de su carrera", dijo Browar, citando la brevedad de una carrera típica en el escenario.
"Una actuación es muy efímera. Se va. Estas fotos capturan un momento".
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Fuente: edition.cnn.com