El legado de Gustav Klimt y su imperecedero "Beso
Conocido ahora como Villa Klimt, el edificio ha sufrido importantes cambios desde su construcción a principios de siglo.
Sin embargo, en su interior se ha restaurado la distribución original de las habitaciones basándose en fotografías históricas. Bocetos de Klimt, grabados japoneses en madera y esculturas africanas conviven con muebles Art Nouveau reproducidos.
El estudio original, inundado por la luz del jardín exterior, permite imaginar al artista trabajando. La bata de pintor azul oscuro de Klimt -una prenda fluida para un hombre corpulento- se extiende sobre la cama que guardaba allí. Una foto cándida del pintor, tomada en 1912, le muestra sonriendo mientras sostiene en brazos a uno de sus queridos gatos.
También se exponen reproducciones de dos de las obras más conocidas de Kilmt, aunque ninguna puede igualar el renombre mundial de "El beso".
Un legado artístico
"El beso" se ha convertido en una de las obras de arte más reconocidas del mundo. Alojada en el Museo Belvedere de Viena, a pocos kilómetros de la Villa Klimt, la obra maestra atrae a cientos de miles de visitantes cada año.
El museo prepara un programa de actos para conmemorar el centenario de la muerte del pintor. También Viena. Por toda la ciudad hay decenas de exposiciones sobre Klimt y su obra en marcha o programadas.
El legado de Gustav Klimt
Pero la vida del pintor no es la única que se honra en Viena este año. Otros tres gigantes de la creación que definieron la era del Wiener Moderne (o "Modernismo vienés") -el arquitecto Otto Wagner y los artistas Egon Schiele y Koloman Moser- también fallecieron en 1918.
Los cuatro dejaron un legado notable en lo que ya era un vibrante centro artístico. Sin embargo, Klimt ha demostrado ser el más rentable. Aunque "El beso" no saldrá a la venta próximamente, otras obras del pintor han alcanzado precios enormes en los últimos años, según Franz Smola, conservador del Belvedere.
"Las obras de Klimt siempre se han situado en las categorías de precios más elevadas, algo que ya ocurría en vida del artista", afirma en una entrevista por correo electrónico. "Los retratos de Klimt eran extremadamente caros (y) ningún otro pintor, ni siquiera en los estándares europeos, era capaz de ganar tales sumas por retratos. Pero, por supuesto, estos (precios) no son comparables a las sumas actuales que los compradores de las casas de subastas están dispuestos a pagar por (sus) cuadros".
"Pero no es sólo el éxito financiero lo que cuenta. Sus cuadros satisfacen, obviamente, un deseo de romanticismo y estética refinada que encontramos, en particular, en los retratos y paisajes de Klimt."
En 2016, Oprah Winfrey vendió la obra de arte de 1907 "Retrato de Adele Bloch-Bauer II" por 150 millones de dólares, tras haber pagado originalmente menos de 90 millones por ella en 2006. Unos meses antes, el multimillonario inversor ruso Dmitry Rybolovlev vendió "Serpientes de agua II" de Klimt a un coleccionista privado por 170 millones de dólares.
De la polémica al éxito mundial
Nacido a las afueras de Viena en 1862, Klimt era el segundo hijo de un grabador de oro (que sin duda fue una influencia clave en la llamada "Fase Dorada" del artista, en la que utilizó pan de oro en muchos de sus cuadros). Después de la universidad, él y su hermano trabajaron en diversos encargos artísticos, que incluían los techos y murales de edificios públicos como iglesias, teatros y el Kunsthistorisches Museum de Viena.
La muerte del hermano y del padre de Klimt, ambas en 1892, influyó profundamente en su obra. Comenzó a rechazar el estilo clásico que le había valido la aclamación en favor de un enfoque más personal. Acabó dimitiendo de la conservadora Asociación de Artistas de Viena y, junto con otros artistas afines, fundó el Movimiento de Secesión de Viena en 1897.
En 1900, Klimt expuso un nuevo y controvertido mural, "Filosofía". La primera de las tres pinturas creadas para el Aula Magna de la Universidad de Viena mostraba figuras desnudas y un oscuro simbolismo, lo que provocó la indignación del personal de la universidad, que presentó una petición contra las obras por su supuesto carácter pornográfico.
En todo caso, la polémica ayudó a la causa de Klimt. Los murales rechazados se expusieron posteriormente en París, donde uno de ellos, "Medicina", ganó el Gran Premio de la Exposición Universal. Este éxito marcó el comienzo de la "Fase Dorada" de Klimt, durante la cual produjo las obras que le convirtieron en un artista de fama mundial.
Entre ellas figura el famoso "Retrato de Adele Bloch-Bauer I", que fue confiscado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Muchos años después, la sobrina de Bloch-Bauer, Maria Altmann, luchó con éxito para que fuera devuelto a la familia. En 2006, su familia vendió la obra en una subasta al magnate de la cosmética Ronald Lauder por 135 millones de dólares, lo que la convirtió en la pintura más cara del mundo en aquel momento.
Nace una obra maestra
La cima de la Fase Dorada llegó en 1908, cuando Klimt completó "El beso". La obra, que representa a dos amantes abrazados, fue adquirida por el gobierno austriaco el primer día de su exhibición por la exorbitante suma de 25.000 coronas (unos 185.000 dólares actuales, según Franz Smola). El historiador del arte Alfred Weidinger ha sugerido que la obra representa a Klimt con su novia de entonces, Emilie Flöge, pero no hay consenso sobre la identidad de los sujetos.
Ver el cuadro en persona en el Belvedere es una experiencia extraordinaria. Mide algo menos de dos metros por dos metros y es una obra considerable, mucho más imponente de lo que muchos visitantes podrían imaginar. Sin embargo, a pesar de la fama y el reconocimiento popular del cuadro, rara vez está abarrotado de visitantes, lo que permite al espectador disfrutar de su esplendor.
Como gran parte de la obra de Klimt, "El beso" es innegablemente erótico, pero también profundamente tierno. Inspirado en los mosaicos japoneses y en el atractivo universal del amor romántico, el cuadro utiliza el pan de oro característico del artista con un efecto vertiginoso.
El beso" personifica los sentimientos de ternura y amor y se dirige a todas las generaciones", afirma Smola.
Klimt murió de un derrame cerebral a los 55 años, una década después de pintar "El beso". Pero, al igual que los demás líderes del Modernismo vienés, será recordado por sus extraordinarias proezas de expresión artística e intelectual.
Un siglo después de su muerte, el legado de Klimt perdura con más fuerza que nunca.
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Fuente: edition.cnn.com