Carroza con motivo de asesinato
Vincent Ross investiga un caso en el que fue asesinado un artista poco convencional. El incendio de su taller acabó también con la carroza de carnaval en la que estaba trabajando. En "Cottbus Kopflos" hay, por desgracia, demasiada charla, miradas y sonrisas.
¿Qué es lo que ocurre?
La anticipación del carnaval de Cottbus se echa a perder. Jurek Bukol (Sigi Polap), constructor de carrozas de carnaval, aparece muerto en su taller. Primero le rompen la cabeza y luego incendian el taller. No sólo el cuerpo de Bukol está carbonizado hasta casi hacerlo irreconocible, sino que la carroza en la que trabajaba para el próximo desfile también ha sido destruida, y sólo queda el armazón de alambre carbonizado. Vincent Ross (André Kaczmarczyk) parte hacia Cottbus para resolver el caso junto con su colega Alexandra Luschke (Gisa Flake).
La investigación lleva a ambos a una situación confusa en la que un accidente mortal del pasado surge como posible móvil del asesinato. Hay muchos sospechosos. Está el hijo de Bukol, Dawid (Niklas Bruhn), cuya fábrica de cerveza artesanal no funciona bien, su hermana Krystina (Pia-Micaela Barucki), que quiere abrir nuevos caminos, el jefe de carnaval Nikolaus Behrend (Christoph Bach), que baila en varias bodas a la vez... incluso el jefe de policía Markus Oelßner (Andreas Döhler) es sospechoso.
¿De qué se trata realmente?
Mucho menos sobre el carnaval en sí, aunque el número con la carroza del motivo se exagera tanto que dan ganas de coger el cubo de los camellos frente al televisor. Se trata más bien de un juego de intriga sobre vanidades heridas y quebrantamientos de confianza, traiciones amorosas y engaños, maquinaciones dudosas y codicia sin escrúpulos, en resumen: lo de siempre.
¿Desaprovechando el momento?
¿Qué hace Ross con los berlineses? ¿O acaso se llaman Krapfen, Pfannkuchen, Plinse en Cottbus? No parece apetitoso, aunque no lo suficiente como para hacer zapping. Los innumerables planos/contraplanos con primeros planos de los rostros de los protagonistas son más adecuados. Como en una telenovela clásica, hay constantes miradas significativas, muecas y desconcierto. Todo es un estado de ánimo.
¿Factor sorpresa?
No mucho. Y, sin embargo, empieza con mucha energía. Luschke/Flake con peluca y vestido plateado y su cuerpo de baile: eso tiene mucho garbo. Por desgracia, la cosa no acaba ahí. Cuando por fin empieza el carnaval, sólo hay unas pocas imágenes borrosas y la canción del caballo rojo. ¡Helau! ¿O Alaaf?
¿Qué tal?
3 puntos sobre 10: en términos de suspense, más Miércoles de Ceniza que Lunes de Rosas.
Fuente: www.ntv.de