Breve historia de la caída de la bola de Times Square en Nochevieja
Pero, ¿cómo empezó esta celebración de Nochevieja y por qué conmemoramos la ocasión viendo descender una bola por un poste?
¿Cuándo se lanzó la primera bola en Times Square?
La bola de Times Square cayó por primera vez en 1904, y nació gracias a Jacob Starr, un inmigrante ucraniano y metalúrgico, y al antiguo editor del New York Times, Adolph Ochs. Este último había conseguido atraer a multitudes al rascacielos del periódico en Times Square con pirotecnia y fuegos artificiales para celebrar el año entrante, pero las autoridades municipales prohibieron el uso de explosivos tras unos pocos años de festejos.
Así que Ochs encargó a Starr, que trabajaba para la empresa de rótulos Strauss Signs (más tarde conocida como Artkraft Strauss, empresa de la que Starr fue presidente), que creara un nuevo despliegue visual.
A lo largo del siglo pasado, este símbolo del Año Nuevo pasó de ser una jaula de hierro y madera adornada con bombillas a una deslumbrante esfera de cristal tecnicolor.
Su concepto se basaba en las bolas del tiempo, dispositivos náuticos que habían ganado popularidad en el siglo XIX. A medida que la medición del tiempo se hacía más precisa, los navegantes necesitaban una forma estandarizada de ajustar sus cronómetros. Cada día, los puertos y observatorios subían y bajaban una bola de metal al mismo tiempo para que los marineros pudieran sincronizar sus instrumentos.
Tanto Ochs como el electricista jefe del New York Times, Walter Palmer, se atribuyeron la idea, supuestamente inspirada en el edificio Western Union del centro de la ciudad, que dejaba caer una bola horaria cada día a mediodía. Pero Tama, nieta de Starr, que se incorporó a Artkraft Strauss en 1982 y ahora es propietaria del negocio, dijo en una entrevista telefónica que cree que fue a su abuelo a quien se le ocurrió que la bola bajara y se iluminara con los números del año nuevo a medianoche.
Uno de los diseños de la bola de Año Nuevo era una jaula de aluminio con bombillas. Durante el mandato del alcalde Ed Koch, la bola cambió a una manzana como parte de la campaña "I Love New York".
"La idea era... iluminarla con la nueva electricidad que acababa de llegar al barrio", explica Tama, que durante muchos años fue capataz de la caída de la bola en Times Square. "Y se bajó a mano ... a partir de un minuto para la medianoche, y así se hizo durante muchos años".
"Era una adaptación de algo antiguo y útil", añadió. "Fue popular al instante. A la gente le encantó".
Aunque Manhattan estaba parcialmente iluminada por electricidad desde principios de la década de 1880, el Servicio de Parques Nacionales de EE.UU. (NPS) señala que la mitad de los hogares estadounidenses seguían iluminados con luces de gas y velas hasta la década de 1920. La visión de una bola resplandeciente descendiendo desde el oscuro cielo habría parecido de otro mundo.
Cuando la bola llegaba al parapeto con un cartel que mostraba los números del año, "el electricista accionaba el interruptor, apagando la bola y encendiendo los números al mismo tiempo", explica Tama. "Así parecía que la bola que bajaba se transformaba en el conjunto de números".
Todo Times Square participó en el espectáculo. El primer año, los camareros de los restaurantes y hoteles cercanos llevaban sombreros de copa "1908" que funcionaban con pilas y se iluminaban al dar la medianoche.
"A la gente le parecía magia", dice Tama.
Un minuto fuera del tiempo
Ha habido siete bolas de Times Square diferentes desde aquel primer descenso, desde una estructura de hierro de 700 libras equipada con bombillas de 25 vatios, pasando por un armazón de aluminio más ligero después de la Segunda Guerra Mundial, hasta una "Gran Manzana" durante la administración del ex alcalde de la ciudad Ed Koch.
En 1995, cuando el baile se modernizó con pedrería, luces estroboscópicas y controles informáticos, los rotulistas tradicionales dejaron de ser necesarios, lo que significaba que Artkraft Strauss, la empresa que había llevado el baile a Times Square, tampoco lo era. La bola actual es una colaboración entre Waterford Crystal y Philips Lighting, y utiliza 32.256 LED que pueden programarse para mostrar millones de colores y dibujos en su superficie.
No obstante, Tama recuerda con cariño sus años como cronometradora en el tejado de One Times Square.
Cuando llegaba el último minuto del año, los trabajadores bajaban la bola mediante un complejo sistema de poleas.
Al realizar este ritual año tras año, Tama ve un vínculo intrínseco entre la cuenta atrás, que ella llama "un minuto fuera del tiempo", y la toma de propósitos de Año Nuevo.
"Cuando te concentras mucho, el tiempo parece ralentizarse", afirma. "Parecía el minuto más largo del mundo. Parecía que tenías tiempo para lavarte el pelo, llamar a tu madre, cambiar de vida. Realmente puedes cambiar tu vida en un minuto: puedes decidir ser diferente. Puedes decidir ser más amable y mejor".
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Fuente: edition.cnn.com