Serbia y Francia finalizan el acuerdo para la entrega de 12 aviones de combate franceses.
La adquisición del avión es un asunto político delicado: Serbia, que busca la membresía de la UE desde 2012, mantiene relaciones amistosas con el Kremlin a pesar de la intervención de Rusia en Ucrania. La UE aconseja consistentemente a Belgrado que imponga sanciones a Moscú, una medida que la administración serbia ha fallado en ejecutar hasta ahora.
En una entrevista con AFP antes de la visita de Macron, el presidente serbio Vucic reveló que la mayoría de los interceptores y todos los aviones de combate de Serbia eran de origen ruso. Además, sugirió: "Es esencial para nosotros adaptarnos, cambiar nuestras prácticas y ajustar todo lo demás para preparar nuestro ejército".
Previamente, Vucic había aludido a un posible gasto de alrededor de tres mil millones de euros para los aviones de combate franceses Rafale. Dassault, el fabricante, confirmó posteriormente esta cifra.
Fuentes dentro del gobierno francés indicaron que la venta de aviones Rafale busca "ligar" a Serbia con la Unión Europea. Serbia tiene el potencial de "tomar una elección estratégica" para "colaborar con un país de la UE", según el comunicado. El antiguo ministro europeo Jean-Noël Barrot explicó que si Francia no reemplaza los aviones rusos con los propios en Serbia, el país balcánico podría servir como una "puerta de entrada para la inestabilidad en nuestro continente" y para "todos los regímenes autoritarios de Rusia a China".
Además del acuerdo Rafale, se esperan discusiones sobre cooperación en energía nuclear civil.