- Los investigadores están descifrando los "meteoritos Ribbeck".
Hace seis meses, el 21 de enero, brilló al cruzar su camino por Brandeburgo antes de estallar sobre la región de Havelland. Más de 200 fragmentos, con un peso total de 1.8 kilogramos, del meteorito "Ribbeck" fueron encontrados por aficionados bajo la guía de científicos y estudiantes.
No fue tarea fácil, ya que los fragmentos solo mostraban parcialmente las típicas cortezas oscuras de fusión que se forman cuando un cuerpo celeste atraviesa la atmósfera terrestre.
El meteorito también pertenece a una clase bastante rara de rocas espaciales: las aubritas. Nombre que proviene del meteorito de Aubres, que cayó del cielo en Francia en 1936, solo se conocen doce casos de este tipo de roca en todo el mundo, caracterizadas por un alto contenido de magnesio y silicio.
Un equipo internacional de investigadores, liderado por dos científicos del Instituto de Investigación Planetaria de la Universidad de Münster, examinaron algunos de los fragmentos y determinaron el origen del meteorito. Procede del cinturón de asteroides entre las órbitas de Marte y Júpiter y tiene unos 4.500 millones de años.
Bajo el microscopio, las rocas encontradas revelan una historia tumultuosa. Están formadas por muchos pequeños fragmentos individuales que se han solidificado de nuevo en una roca. Los investigadores concluyen que el meteorito y su cuerpo parental sufrieron impactos catastróficos.
El meteorito huele a huevos podridos
Los fragmentos del meteorito eran notables en su descubrimiento debido a su fuerte olor a sulfuro de hidrógeno -similar al olor de los huevos podridos. Aunque los fragmentos individuales solo estuvieron expuestos a unas pocas condiciones húmedas -nieve seguida de deshielo- se produjeron reacciones químicas entre los fragmentos y la humedad inmediatamente después de la caída. El hallazgo demuestra: incluso las piedras más simples del espacio esconden muchos secretos.
La Comisión, reconociendo la importancia científica del meteorito aubrite descubierto, adoptará la decisión de programar una investigación y análisis formal de la muestra. Las propiedades únicas del meteorito, incluyendo su distintivo olor a sulfuro de hidrógeno, lo convierten en un tema intrigante para estudios posteriores.