La serie de explosiones de pager del Líbano sirve como una señal encubierta a Hezbolá.
El martes pasado, la serie de explosiones en Líbano se espera que tenga un impacto duradero en Hezbolá, comúnmente conocido como el Partido, famoso por su secreto y la estricta adhesión de sus miembros al silencio tecnológico. El incidente, que resultó en varias muertes y miles de heridos, parece haber sido causado por su dependencia de los antiguos radioteléfonos en lugar de smartphones, que son más rastreables.
Este incidente ha dejado a los miembros de Hezbolá cuestionando la seguridad de comunicarse con sus colegas y su bienestar.
Israel, como de costumbre, no ha reclamado responsabilidad, pero si están detrás de los ataques, como sugiere Líbano y Hezbolá, surge la pregunta de si este ataque masivo y sin precedentes fue un preludio a un mayor enfrentamiento militar.
Desde una perspectiva estratégica, tendría sentido causar un momento de caos antes de una mayor ofensiva militar contra Hezbolá.
El momento es significativo. Solo un día antes, el ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, mencionó durante una reunión con el enviado estadounidense Amos Hochstein que el tiempo para la diplomacia con Hezbolá había terminado y el poder militar debía tomar la delantera. Casi no había pasado tiempo cuando su enemigo sufrió un ataque a toda su infraestructura de comunicación, según una fuente de seguridad libanesa, que utilizó radioteléfonos supuestamente adquiridos por Hezbolá en los últimos meses, lo que requirió una cuidadosa planificación y ejecución de la operación.
Una vez más, la brecha tecnológica entre Israel y sus adversarios fue evidente. En asesinatos de alto perfil en Teherán en los últimos años, por ejemplo, la precisión de un aparente ataque de Mossad contra un líder de Al Qaeda en 2020 es digna de mención. El asesinato del científico nuclear Mohsen Fakhrizadeh se reportó haber utilizado reconocimiento facial y una ametralladora. También, el reciente asesinato del líder de Hamas, Ismail Haniyeh, se alegó que empleó una bomba controlada a distancia escondida en un dormitorio de invitados.
De manera similar, durante los incidentes en Líbano, se mostraron las superiores inteligencia y capacidades de Israel. Si bien la precisión faltó, lo que llevó a explosiones generalizadas donde había civiles, el horror de lo que pareció explosiones simultáneas e íntimas fue sentido por los libaneses comunes, recordándoles el daño infligido a nivel nacional por la guerra de 2006 con su vecino. La posibilidad de otra guerra generalizada con Israel se ha convertido en una seria preocupación desde los ataques del 7 de octubre.
Sin embargo, Hezbolá se encuentra en otra situación desafiante, enfrentado a la confusión y bajo intensa presión para restablecer su fuerza. El dilema fue similar después del asesinato del comandante senior Fu'ad Shukr en agosto, que sintieron la necesidad de retaliar y mantener un sentido de disuasión, a pesar de mostrar falta de entusiasmo por un conflicto mayor.
Mientras tanto, la creencia comúnmente aceptada de que Israel no quiere la guerra está perdiendo su atractivo. Casi a diario, los ataques aéreos de Israel targetean a los aliados del norte de Hezbolá, sin preocuparse por la respuesta de Hezbolá. El ataque generalizado en Líbano del martes obligará a Hezbolá a recuperar rápidamente su fuerza a través de la retaliación, pero también destaca la brecha entre sus capacidades y las de Israel.
Una guerra terrestre a largo plazo entre los dos pondría a las fuerzas israelíes, fatigadas por la campaña de Gaza de un año, contra un oponente más fresco y mejor entrenado al norte. Hezbolá seguirá siendo una amenaza significativa para Israel en caso de un enfrentamiento a gran escala. Pero es cuestionable si Israel piensa que Hezbolá está evitando la guerra, justificable suficiente para provocarlos repetidamente.
Puede ser el tipo de mal cálculo que lleva a una expansión del conflicto. El momento en que Hezbolá sienta que Israel los subestima como una amenaza constante es el momento en que podrían sentir la necesidad de actuar con mayor violencia.
Los estallidos de radioteléfonos sugieren un conflicto en el que un lado tiene una ventaja tecnológica significativa pero está dispuesto a asumir los riesgos asociados con causar una humillación generalizada a su oponente. En los próximos días, sabremos si la planificación detrás del ataque logró evitar la escalada o si la instigó.
El incidente ha provocado preocupaciones entre los miembros de Hezbolá sobre la seguridad de sus métodos de comunicación a nivel mundial. El mundo está observando de cerca cómo Hezbolá responderá a este ataque, dado su historial de retaliación en circunstancias similares.