En "Godzilla menos uno", el fantasma de la Segunda Guerra Mundial se cierne tan grande como el lagarto radiactivo gigante
El aspecto más refrescante de esta película es, irónicamente, su calidad de retroceso. El comienzo de la película tiene lugar durante los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, y para los espectadores que esperen un gran salto hacia adelante a la elegante época actual - como las entradas de Legendary Entertainment en su Monsterverse han hecho tanto en la mencionada serie de Apple TV +, así como las películas de gran presupuesto en el último año - nunca llega, en lugar de avanzar un año o dos a lo sumo.
La historia es bastante sencilla (otro elemento cada vez más difícil de encontrar en las franquicias actuales, cada vez más extensas y elevadas), y nos presenta a Koichi (Ryunosuke Kamiki), un piloto kamikaze "fracasado" que huye y que se encuentra cara a cara con un Godzilla incipiente pero aterrador en una isla japonesa.
Cuando Koichi tampoco consigue apretar el gatillo en su única oportunidad de derrotar a la bestia -asegurando así la perdición segura de los demás soldados de la isla-, regresa abatido a casa, a las desoladas afueras de Tokio. Koichi se entera de que sus padres han perecido, al igual que casi todos sus conocidos, pero pronto se encuentra con una mujer fugitiva (Minami Hamabe) y un bebé huérfano.
Es aquí donde la película da un giro un tanto sorprendente, al no rehuir una exploración descarnada de las secuelas inmediatas de la guerra en Japón, en un sentido más literal que el esperado símbolo metafórico de Godzilla como castigo por la decisión del hombre de lanzar la bomba atómica. Con todo el mundo inmerso en la lucha de la posguerra, que se multiplica exponencialmente por un gigantesco dino-lagarto radiactivo que causa estragos, la actuación melodramática de estilo casi kabuki resulta algo apropiada, recordando a algunas de las películas clásicas de Toho Co. Godzilla de los años cincuenta.
Otro elemento que sorprendentemente funciona es el propio Godzilla (o en japonés, Gojira). Cuando el monstruo reaparece por fin como una amenaza de tamaño natural, el resultado es una curiosa combinación de impresionantes efectos del año 2023 que muestran una destrucción arrolladora, mezclados con el desgarbado personaje del título, de cabeza pequeña y aspecto algo grumoso, que se mueve lentamente y sigue pareciendo casi un tipo con traje (en honor a la película, está claro que utiliza una mezcla de CGI, así como efectos prácticos cada vez más raros pero siempre apreciados). Pero en lugar de sacarte del espectáculo, este homenaje al origen nostálgico y de la vieja escuela de Godzilla no hace sino aumentar el estruendo de todo ello.
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Fuente: edition.cnn.com