El aire transporta organismos que causan enfermedades a grandes distancias.
Microorganismos aéreos como bacterias y hongos, incluyendo algunos potencialmente perjudiciales para los seres humanos, pueden recorrer distancias significativas con algo de ayuda. Un grupo de investigadores de España descubrió esto en un estudio, revelando que estos microbios se protegen de la radiación UV a grandes altitudes mediante una estrategia particular.
El viento puede llevar microorganismos adheridos a partículas diminutas hasta 2.000 kilómetros. Este descubrimiento se hizo mediante mediciones durante vuelos sobre Japón y en tierra, junto con análisis posteriores. Estos microorganismos incluyen bacterias y hongos, muchos de los cuales también son conocidos como agentes causantes de enfermedades en humanos, animales y plantas.
El estudio sugiere que estos microbios pueden llevar genes de resistencia a los antibióticos, lo que facilita la rápida propagación de la resistencia a los antibióticos. La investigación dirigida por Xavier Rodo del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) se publicó en "Proceedings of the National Academy of Sciences" (PNAS).
"Viaje a través de intensos túneles de viento"
Rodo declaró en un comunicado de su institución que su estudio fue distintivo debido a los diez vuelos troposféricos realizados para analizar la diversidad microbiana a grandes altitudes, mientras que la mayoría de los estudios se han llevado a cabo a solo unos pocos metros sobre el suelo o el océano.
Los investigadores realizaron los vuelos en febrero y abril de 2014 a una altura de uno a tres kilómetros. Observaron que un sistema de alta presión sobre Siberia hizo que el aire de noreste de China se elevara, lo que, junto con un sistema de baja presión sobre Japón, hizo que este aire descendiera hacia la superficie de la Tierra miles de kilómetros más allá. Rodo explicó que los microbios viajaron a través de intensos túneles de viento en la troposfera.
Parte arriesgada para la salud humana
El equipo de investigación identificó bacterias de 305 diferentes géneros y microhongos de 266 géneros. También investigaron la composición química de los aerosoles a los que estaban adheridos los microorganismos. Sustancias como sulfato de zinc y potasio, comúnmente utilizadas en fertilizantes, indicaron que las partículas diminutas procedían de la agricultura, que se practica intensivamente en el noreste de China.
Aproximadamente el 35 por ciento de las especies bacterianas y el 39 por ciento de las especies fungosas detectadas por los investigadores en la alta atmósfera en los aerosoles podrían suponer un riesgo para la salud humana. La mayoría de ellos son patógenos oportunistas, lo que significa que son inofensivos para las personas con un sistema inmunológico saludable, pero pueden causar enfermedades en individuos inmunocomprometidos.
Esto incluye Escherichia coli, una bacteria que reside habitualmente en el intestino humano. Sin embargo, también encontraron dos cepas de Bacillus cereus, que pueden causar envenenamiento alimentario, inflamación gástrica e intestinal, inflamación cerebral y más.
Altamente resistentes a los antibióticos
En el caso de Bacillus cereus, los investigadores descubrieron mediante pruebas de laboratorio que las cepas eran altamente resistentes a antibióticos como la penicilina, el ampicilina y la ceftriaxona. También descubrieron genes en otras especies y cepas bacterianas que permitían la resistencia a varios antibióticos. Entre ellos había una cepa de Micrococcus luteus que era resistente a varios antibióticos, lo que contradecía el conocimiento anterior.
"Nuestros resultados sugieren que las resistencias a los antimicrobianos podrían