El aburrimiento hace que los niños coman más
Los niños aburridos comen más, mucho más, según demuestra un estudio. En cuatro minutos, los niños aburridos consumen de media alrededor de un 80% más de kilocalorías que los niños de un grupo de control, según informa un equipo de investigación dirigido por Claire Farrow, de la Universidad Aston de Birmingham, en la revista "Food Quality and Preference". Si los niños consumen esta cantidad de calorías durante un único episodio de aburrimiento de cuatro minutos, el potencial de ingesta excesiva de calorías a lo largo de un día, una semana o un año es elevado.
En determinadas situaciones, como los viajes largos en tren o en coche, suele ser aceptable que los niños coman más, afirma Antje Gahl, de la Sociedad Alemana de Nutrición (DGE). Los padres pueden incluso aprovecharse de ello poniendo en la caja cosas sanas, que de otro modo quizá no serían tan favoritas. "Los niños comen entonces lo que hay". En general, tiene sentido llevar cosas sanas, como fruta y verdura, cuando se viaja; una chocolatina pequeña o un puñado de gominolas también están bien.
Los peligros de la alimentación emocional
Aparte de estas raras situaciones, sin embargo, los niños no deben alimentarse por aburrimiento o por comodidad en la vida cotidiana, explica Gahl. Esto podría conducir al desarrollo de hábitos nocivos que se prolongarían hasta la edad adulta. "El comportamiento alimentario se moldea mucho en la infancia".
Resulta tentador utilizar la comida para calmar a los niños, explicó Farrow, responsable del estudio. Pero también advirtió de que este comportamiento, conocido como alimentación emocional, podría llevar a los niños a utilizar la comida para afrontar emociones negativas más adelante, incluso de adultos. "Es importante que padres y cuidadores sean conscientes de que esta solución a corto plazo puede acarrear problemas en el futuro".
En el experimento británico, se dividió en grupos a unos 120 niños de cuatro y cinco años. A todos ellos se les prometió que podrían hacer un rompecabezas y luego recibirían un pequeño regalo.
Algunos de los niños -el grupo del aburrimiento- tuvieron primero que sentarse a la mesa y esperar unos minutos. A continuación, cada uno de estos niños tuvo que esperar otros cuatro minutos, pero ahora podían servirse tentempiés como galletas, patatas fritas y palitos de zanahoria u ocuparse con juguetes. Sólo entonces se les permitía hacer el puzzle.
Otros niños, los del grupo de control, no se aburrían esperando. Resolvieron el rompecabezas enseguida, tras lo cual también se les dio la opción de servirse los bocadillos o jugar durante cuatro minutos.
Un programa versátil y variado
Los niños del grupo del aburrimiento consumieron una media de 42 kilocalorías -casi un 80%- más durante los cuatro minutos de merienda que los niños del grupo de control. El efecto era especialmente pronunciado si los padres utilizaban habitualmente golosinas en su vida cotidiana para calmar u ocupar a sus hijos.
Según la DGE, los niños de cuatro a seis años necesitan entre 1300 y 1800 kilocalorías (kcal) al día. Es importante una alimentación variada y diversa, afirma Gahl. Los dulces y los tentempiés deben representar como máximo una décima parte de la ingesta energética diaria. "Para niños de cuatro a seis años, eso supone unas 150 kilocalorías al día. Eso corresponde a unas 20 gominolas, 40 gramos".
Deben evitarse condiciones como "primero la verdura, luego algo dulce" o la privación de dulces como castigo, así como picar algo aparte, por ejemplo mientras se ve la televisión. "Es fácil perder el control, y no es diferente para un adulto que ve la televisión". Las comidas juntos, en las que los móviles y otros dispositivos están prohibidos en la mesa, son clave, dice Gahl. Aquí y en muchas otras situaciones, los padres deben ser conscientes de que también son modelos para sus hijos en lo que respecta a la nutrición, para bien o para mal.
Fuente: www.dpa.com